Pobres, pero felices

Cuando regresa el turista de su viaje de quince días a uno de esos países conocidos por su “pobreza” convoca a familiares y amigos para explicarles sus experiencias e impresiones. Mientras, va enseñando las fotos entremezcladas de la piscina con jacuzzi del hotel donde se quedaban con las del barrio por el que al pasar vieron a una pequeña niña sucia y desnuda. Entonces, hace un paréntesis, y con un cierto grado de autoridad (no olvidemos que estuvo quince días en ese país), llega la gran sentencia: Eran pobres, pero felices. Y se queda tan ancho, o ancha, sin ser muy consciente de lo que acaba de decir, pero, es lo mismo, porque sigue pasando fotos y ahora llegan las de las maravillosas zonas comerciales donde todo era tan barato.

Seguro que tú también habrás escuchado esta frase en más de una ocasión. No sé quién fue el primero o primera que lo dijo, pero vamos, se lució. Yo me pregunto, ¿cómo se puede llegar a tal conclusión teniendo en cuenta lo siguiente: Llegas por primera vez a un país que apenas conoces. Vas a estar un período breve de tiempo. Te vas a mover dentro de un entorno determinado, diseñado, básicamente para el turista. El contacto con la gente local va a ser, más bien, escaso (el del bar, la guía, la señora de la tienda de souvenirs…) y bastante limitado ya que, en muchos lugares, no vas a poder hablar el idioma local y ellos no es que sepan mucho de inglés. Y, a pesar de todas estas limitaciones, hay gente que puede afirmar, sin ningún reparo, que la gente “es pobre, pero feliz”.

Si uno se basa en la sonrisa que vio en el rostro de algunas personas creo que puede ser muy atrevido el apoyarse en ello. Estas líneas que comparto con vosotros las escribo desde Tailandia, conocido como el “País de la Sonrisa”. Pues bien, gente que lleva muchos años por estas tierras y que conocen a los tailandeses, no por sus vacaciones en estas tierras, sino por el trabajo estrecho con ellos, han clasificado doce tipos distintos de sonrisas. Por lo tanto, el turista que ve sonreír a un tailandés o a una tailandesa, ¿sabe qué tipo de sonrisa está usando en ese momento? Con esto quiero decir que la sonrisa puede esconder muchas cosas, entre ellas los problemas, preocupaciones y sufrimientos personales, pero no caigamos en el error matemático de que sonrisa es igual a felicidad. Hay pobres felices, haberlos haylos, pero también son seres humanos, con sus miserias y sus sueños. Algunos y algunas han aprendido a sobrevivir en esa realidad, pero estoy seguro de que si les preguntas te dirán que preferirían vivir un poco mejor, y que sus hijos pudieran ir a la escuela, y tener el alimento asegurado para mañana, y poder disfrutar del lujo del agua cerca de casa… y todas esas cosas que todo ser humano desea tener para vivir con dignidad.

A veces pienso: esta frase de “pobres, pero felices”, ¿no se habrá convertido en un escudo protector? Cuando se entra en contacto, aunque sea de forma superficial, con la cruda realidad de millones de personas en este mundo, es imposible quedarse indiferente. Entonces se producen choques entre la incomodidad de lo visto y la inercia de la pasividad social, entre el deseo de querer hacer algo y la comodidad del no implicarse, entre el descubrimiento de lo mal que están las cosas fuera de su casa y la tentación de olvidarlo cuanto antes para poder seguir viviendo como antes. Entonces se recurre a la frasecita para sedar nuestra conciencia y continuar con nuestra vida, porque no hace falta hacer nada por ellos y ellas. Total, si ya son felices

Vicente Gutiérrez
Sacerdote de las Parroquias San Pablo, Las Nieves y La Montaña.
Misionero en Tailandia durante 12 años.

Artículo original publicado en:
https://revistafast.wordpress.com/2008/05/12/pobres-pero-felices/